“Caminando en línea recta no puede uno llegar muy
lejos.” (El Principito de Antoine de Saint-Exupéry)
Reconozco que yo también fui una
de esas personas que creía que los cuentos eran solo para niños y niñas. Sin
embargo, hace unos años, descubrí el mundo de la narración oral para adultos y
desde entonces la considero una de las grandes herramientas educativas que
conozco y que se pueden utilizar a través del ocio. Una herramienta, además,
que ha tenido un gran acogida entre personas adultas en procesos de inserción
social por drogas, prisión, prostitución, inmigración y otras muchas realidades
con las que he venido trabajando.
Narrar
es un arte (por desgracia poco conocido y reconocido), las personas dedicadas
profesionalmente a la narración oral son grandes artistas (por desgracia poco
conocidas y reconocidas salvo en determinados círculos) y, sin embargo, su
labor es muy valiosa, por eso considero importante reivindicar el valor del
cuento, no solo como arte, sino también como proceso educativo. Es evidente que
la
narración oral es antes que nada un hecho estético, que tiene un fin y un valor
en sí mismo, pero mi experiencia me dice que, además, es una herramienta
educativa y formativa de gran utilidad para los que nos dedicamos a la
educación social.
Una dificultad con la que nos
podemos encontrar, por lo menos con la que yo me encontré, consiste en superar el prejuicio que tienen
las personas en procesos de inserción hacia la narración oral. Es el prejuicio
que les lleva a decir que va a ser aburrido, que los cuentos son para los niños
y niñas, que no les atrae, que no les motiva… Una vez superado este punto, algo
que suele ocurrir tras un buen espectáculo de cuentos para adultos, la narración
oral les atrapa, atrae, gusta, motiva, e ilusiona, descubren un universo que
les ayuda a contactarse con diferentes emociones, les hace viajar a otros
lugares, les hace soñar con diferentes momentos, les ayuda a reflexionar sobre
diferentes vivencias que describen las historias contadas de viva voz, les hace
reír, les ayuda a desarrollar su creatividad, a mejorar su habilidad para
escuchar, les sorprende, les ofrece enseñanzas que pueden utilizar en su vida
cotidiana, aprenden valores, liberan su imaginación…
Además, las personas en procesos
de inserción social recuerdan las historias con mucha facilidad lo que les
permite, al mismo tiempo que fomentan su memoria, compartir estos cuentos e
historias con otras personas, mejorando su habilidad para comunicarse y para
entablar relaciones. Los cuentos, a través del hechizo de las palabras y la
actuación de las personas narradoras, les permiten conocer otras culturas, otras
costumbres, otras formas de hacer y decir, también de ser y estar en el mundo.
A las personas en procesos de inserción social les permite identificarse con
personajes, con realidades, con actitudes, con valores, con formas de actuar. Por eso, y por otras
muchas razones, es tan efectiva y valiosa la narración oral. Las historias son
poderosas y a veces, una sola palabra, basta para abrir una puerta en el alma
de quien escucha.
P. D. En estos últimos años he
podido descubrir a muchas personas dedicadas profesionalmente a contar
historias para adultos, verdaderos artistas con una gran capacidad para ofrecer
una variedad infinita de historias, moralejas, cuentos, historias contadas en
solitario, a dúo, en varios idiomas, con música, ambientadas en otras épocas…
Las personas narradoras, siendo verdaderos artistas, son también grandes
educadoras. A través de este link pueden ir investigando!!! http://www.cuentacuentos.eu/
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