martes, 28 de febrero de 2012

El humor nos permite desenfocar la tragedia y ver más allá

Hace unas horas he tenido acceso a una entrevista realizada a Virginia Imaz por la revista Emakunde. Parte de la misma se ha quedado en mi cabeza a lo largo de este tiempo ya que considero que mucho de lo que dice es realmente útil y valioso para las personas en procesos de inserción social. En la misma, Virginia nos habla del papel terapeútico del humor o de la importancia del mismo cuando todo parace que se tambalea a tu alrededor, dos aspectos, precisamente, que destacan en las personas en procesos de inclusión con las que trabajamos.

Nuevamente, recalcar, que el humor, en este tipo de procesos de inclusión social es una de las grandes herramientas que podemos trabajar a través del ocio. A continuación os dejo dos de sus respuestas completas y también el link de acceso a una entrevista que merece mucho la pena leer.

En situaciones como la actual, de crisis global, ¿el humor puede ejercer un papel terapéutico?

Especialmente en tiempos de crisis es cuando hay que echarle más humor a todo. El humor es una protección, una defensa en la manera de vivir. Nos permite desenfocar la tragedia, respirar un poco, ver más allá. Nos muestra la distancia que hay entre lo que aspiramos, las expectativas que tenemos y lo que va ocurriendo. También nos ayuda a liberarnos de la tensión del miedo. Actualmente se están viviendo situaciones muy dramáticas, que producen miedo, pero también es cierto que nuestros pensamientos son creativos, que tenemos expectativas sobre la vida. Si conseguimos reírnos de nosotras mismas, ajustarnos y adaptarnos -que el humor permite eso también- creo que es más fácil tener energía como para imaginar otra realidad. Y en cualquier caso, hay una parte en el humor que es puramente fisiológica, que segrega endorfinas, que conecta con la vida. Siempre ha tenido efectos terapéuticos. A veces, cuando estamos en pleno follón, angustiadas, de repente nos da una risa loca. Es una sabiduría del cuerpo para sobrellevar ese estrés, ese desgaste, en ocasiones emocional o físico, que nos vuelve a reconectar con el aquí y con el ahora. Para mí, el humor es una puerta a la esperanza.


Pero, ¿cómo se puede hacer humor cuando parece que todo se tambalea a tu alrededor?

Yo me pongo en la situación de la gente que está perdiendo su casa, que no puede pagar la hipoteca, y me conmueve, es una tragedia. Por simple ética no me voy a reír de la desgracia ajena. Desde que me dedico a esto, lo que estoy planteando con el humor es cómo reírme de mí, de aquello que me ocurre a mí, de mis propios miedos, de mis complejos, mis dudas, mis sueños y anhelos. Creo que la única persona que está legitimada para reírse de cualquier tema es la que lo padece. Reírse de otras personas es entrar en un humor frívolo que no me ha interesado nunca y ahora menos, es el límite que marco. Todavía hay mucha gente a la que le hace gracia ver cómo alguien resbala y cae. Solo si quien se cae se ríe, me río con esa persona. Como clown, intento reírme de mis propias caídas, es una invitación a la gente a reírse conmigo de lo que me pasa. Así es como construyo el humor y a la gente no le queda más remedio que reírse conmigo, es imposible que se rían de mí.

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